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Fotografiar es conceder a otro la potestad de ver a través de tu alma durante unos instantes, corriendo el riesgo en ese tiempo de permanecer transparente y vulnerable.

Pero además de esto, si el fotógrafo es bueno, leer arquitectura, y por ende el paisaje, a través de los ojos de este, es un ejercicio la mar de interesante. Primero por que es alguien ajeno al proyecto, desconoce su problemática, los inconvenientes durante el diseño o durante la ejecución, y además en la mayoría de veces es la primera vez que visita el lugar. Lo aprehende en ese instante, lo cual tiene su interés, creedme. Pero por otro lado es un ojo experto, ejercitado a través de fotogramas y fotogramas. Entiende la luz y el espacio, el lleno y el vacío, la nada… y el todo.

En fin, hoy os traigo a Tim Van de Velde, un fotógrafo con alma de sociólogo o sociólogo con alma de fotógrafo. Fotografía luminosa y de matices, donde capta el silencio y el bullicio a partes iguales. Su mirada inquieta fija el objetivo tanto en el paisaje como en la arquitectura, pero no solo se queda allí, ya que Tim Van de Velde le saca a punta a cualquier situación que merezca un instante de nuestra alma.

Os dejo un pequeño resumen fotográfico pero os animo a seguir su web, hay descubrimientos muy interesantes.

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